El cannabidol –CBD– es uno de los 113 cannabinoides que se encuentran en Cannabis sativa.
Fue descubierto en 1940. Es uno de los componentes cannabinoides identificados en las plantas de cannabis, el más abundante junto el tetrahidrocannabinol -THC-, y representa hasta el 40 % del extracto de la planta.
Varios grupos de investigación han logrado sintetizar y aislar el cannabidiol. Su uso como tratamiento anticonvulsivo en el síndrome de Dravet, el síndrome de Lennox-Gastaut y la esclerosis tuberosa fue aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos y por la Agencia Europea del Medicamento en 2018 y 1019, respectivamente.
Es un componente no psicoactivo, lo que significa que no produce los efectos intoxicares asociados con el consumo de cannabis.
En los últimos años ha ganado popularidad debido a sus posibles beneficios para la salud. Se ha estudiado por sus propiedades terapéuticas potenciales, en una amplia gama de condiciones:
– Alivio del dolor
– Reducción de la ansiedad y la depresión
– Trastornos del sueño
– Apoyo a personas con epilepsia.
A diferencia del tetrahidrocannabinol (THC), es otro compuesto importante de la planta del cannabis, y no produce efectos psicoactivos significativos. Esto significa que una persona puede beneficiarse de los posibles efectos terapéuticos del CBD sin experimentar una alteración mental o una sensación de estar “colocado”.
Es importante destacar que, aunque se deriva de la planta de cannabis, no está necesariamente asociado con el consumo recreativo de marihuana.
De hecho, el CBD se puede extraer tanto del cannabis como del cáñamo, que es una variedad de cannabis con niveles muy bajos de THC.